domingo, 19 de abril de 2009

Periodismo de investigación

Ahora las personas tienen una orientación bien diferente: quieren sexo con insectos. No se trata de zoofilia porque no lo hacen con mamíferos, sino con cucarachas y peludos, unos gusanos grandes y negros sin ojos. De vez en cuando hay alguna paloma.

Esa noche iba a visitarme una amiga. Como ella adora tener sexo a la nueva usanza, estuve todo el día dejando que mi casa se llenara de bichos. Así que dejé las ventanas y las puertas abiertas para tener qué convidarle. Si bien me sentía muy incómoda y rodeada entre mis propias paredes, quería que todo estuviera perfecto. Me habían pasado páginas web que hablaban de la nueva tendencia. Nunca entendí cómo alguien podía besar y acariciar a estos especímenes que ahora estaban en auge. Pero no sólo por lo asqueroso e inmundo de agarrarlos y hacer lo que se le ocurriera con ellos, sino por una cuestión de tamaño.

Estuve todo el día controlando que los insectos no se escaparan. No los toqué, pero los rodeaba con mis ojos. Ella nunca llegó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario