viernes, 3 de agosto de 2012


Feliz matrimonio embarcado se quiere bien, son jóvenes y audaces.
Buscan nuevos destinos exóticos con gente linda, excéntrica y colorida.
Quieren probar comidas agridulces, encantar sus paladares con recetas novedosas. Probar cómo sería travestirse y caminar por calles ajenas a sus tierras.
Ella es fanática del aloe vera, de las artesanías doradas y de las fotos viejas.
Él compra libros de diseño gráfico y usa lentes con marco de pasta, grandes y negros.
Mi problema no es grande, más bien lo que me pasa es que no sé qué hacer con él. Entra en mi vaso de agua, donde me ahogo todas las noches, lo derramo y al otro día lo vuelvo a cargar.
Duermo en la habitación más chica del mundo. Huele a espiral y nunca entra nada ni nadie, ni sol ni buena suerte. 

Sinceridad


Pero si yo sí soy buena gente, buena leche, como se dice. A mí te me ponés adelante, y si hay algo que no me gusta de vos, te lo digo y a otra cosa. Es cierto que alguna que otra vez tuve que pedir disculpas, pero en el fondo, bien conmigo, sé que lo que dije fue toda la verdad y nada más que la verdad. Por eso estoy sola. Yo me tuve que sincerar hasta con la psicóloga. Le dije que ella era en verdad la que me necesitaba para probar sus teorías, y después de eso no hubo vuelta atrás.
 Ahora tiro las cartas en Plaza Italia. No soy adivina. Soy sincera. Yo te digo lo que veo. Eso sí, siempre cobro por adelantado.