miércoles, 13 de abril de 2011

Sí, quiero

En cuanto llegué al Civil, la encontré a Lorena Parks vestida con pantalón, camisa blanca, chaleco y corbata, y en la mano llevaba un ramo de fresias que no soltó ni para saludarnos.  Aunque al principio no se dejó abrazar demasiado por temor a que despeinásemos su eterna melena rubia, con el correr de la tarde pude pegarle más de un apretón.
La ceremonia en sí fue muy emotiva. Lloré pero también me reía en simultáneo.
Llegué tarde a la arrojada de arroz porque me quedé tomándole una foto a Carolina en una pared que tenía dibujado un corazón violeta y unas letras que decían “sí, quiero”. Pasa que ella está sola y sí quiere casarse, entonces le dije que lo hagamos porque sería como una afirmación, como un diálogo con el Universo.
Salvo Caro, que se fue en cuanto terminó la unión por civil, terminamos todos en la terraza del departamento de la pareja comiendo sándwiches de miga de la caja de Mr. Miga, brindando champagne en vasitos de plástico y metal, y cortando una torta enorme de Maru Botana. ¿Los muñecos de torta? Una mujer que sólo tenía puesto un portaligas blanco y una corona en la cabeza copulaba de parado con un hombre que estaba totalmente desnudo. Creo que él conservaba el moño.
A mí, a la primera de cambio y con el sol dándome de lleno en la cabeza, me subieron las burbujas y creo haberme fumado, de borracha nomás, 4 cigarrillos mínimo, de los cuales 2 fueron convidados.
La mayoría de los invitados eran rosarinos, así que mucho canalla de acá y canalla de allá. También había empleados del Estado con su paz algo envidiable.
A las 4 de la tarde la flamante pareja estaba por dejar el barrio para viajar a Rosario, así que terminé caminando bastante borracha por los outlets de Córdoba y Scalabrini Ortiz.
¡Ah! También hubo una secuencia muy de Almodóvar, porque cuando llegamos al edificio no funcionaban los ascensores y tuve que subir 14 pisos por la escalera con dos chicas que, en su momento y a modo de broma, Parks me había dicho que eran tortas.
En concreto: me emocioné pero no sólo porque sea una mujer fácil y floja de lágrimas, sino porque fue un casamiento sencillo y concreto. Muy sentido.