viernes, 19 de junio de 2009

Poco trecho del dicho al hecho

El miércoles fue una de las noches más frías de los últimos meses. Me acerqué a la parada del 8. Lo reconocí por su nuca pero no pude mirarlo. Fue sentir vergüenza para que se diera vuelta y me mirara fijo como sabiendo que estaba ahí parada desde hacía unos pocos segundos. Cruzamos algunas palabras. A él nunca se le andan cayendo demasiadas. Que estaba enfermo, y sí, que podía pasarle, que lo veía entero porque no lo aparentaba, que me iba a tomar el ex 86 para volver a Villa Luro, que lo llevaba cualquier colectivo. Y se fue en el 5 sin más. Como si tuviera mi teléfono y yo el suyo, alguna seguridad de algo, una cita comprada. Detrás venía mi 8, salvador. De haber tenido que seguir en la Rivadavia esperando mucho más, hubiera llorado.
El problema son las frases hechas, lo que se da por sentado. A él cualquier colectivo lo dejaba bien, y me quedé con eso.

1 comentario:

  1. Pero si cualquier colectivo lo deja bien, quizás no es alguien que esta acostumbrado a tomar TAXIS.
    Probablemente no sea un pasajero que valga la pena...

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